Pero un día soñé que caminaba por un prado, buscando tu mirada.
Tal vez pienses que no es más que un sueño.
Pero encontré entre las estrellas, tu mirada soñada.
Leí tu historia, escrita en la luna. Para más similitudes, la guiaban
las estrellas. Aprendí a leer en ellas.
Tantos secretos eran allí confesados… Yo también confié a las
estrellas mis sueños, iluminados por la luna, arropados por la noche. Mi
historia guardada, en una sola mirada. Solo con mirarlas lo sabían todo.
Porque todo es la manera en la que una persona mira hacia las
estrellas.
Hay algunos que las miran con nostalgia, evocando recuerdos de una
vida ya pasada.
Otros las miran con indiferencia. Como si no fueran más que puntos
brillantes salpicados por el firmamento.
Y aquellos que son como yo, las miran con fascinación y curiosidad.
Sueñan con ellas, se preguntan quién más estará mirándolas en ese
mismo instante. Porque es un instante lleno de magia.
Yo me pregunto qué habrá más allá, y más allá… Hay tanto que me queda
por saber… ¿Habrá vida en otros planetas? ¿Cómo será? ¿Qué hay más allá de la
mente humana? ¿Más allá de lo que podemos imaginar…?
Cuando observo las estrellas, pienso que todas las respuestas que
busco están allí. Que ellas sabrían guiarme en mi camino, sueño con lo que
habría si me acercase, con lo que sentiría…
Cuando las miro, pienso que ellas son la manera de representar la
magia, un misterio sin desvelar.
Aunque haría cualquier cosa por desvelarlo, tal vez si lo desvelase perdería
la magia. Tal vez las estrellas dejarían de ser algo tan fascinante e
intrigante.
Pero esos misterios son indesvelables. Porque no se desvelan con la
ciencia. Ninguna ciencia me dirá quién estaba mirando las estrellas a la vez
que yo aquella noche de verano.
Así que seguiré soñando...
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