¡Feliz día Internacional de la Paz!
Un día como hoy, Mahatma Gandhi sacrificó su vida para traer la paz a
su país. Y también un día como hoy Adolf Hitler ascendió a Canciller.
Una buena muestra de cómo las distintas facetas de nuestro mundo conviven.
El blanco y el negro se encuentran en el gris dentro de un mundo de colores.
En homenaje a este mágico día, he escrito una leyenda para el famoso
mito de la paloma blanca de la paz. Os invito a reflexionar y convertiros por
un instante en palomas de la paz.
ABRE LOS OJOS
Gris y azul. Uno apagado, el otro alegre. Uno llamativo, otro
monótono. Parece una batalla continua. ¿Quién terminará por apoderarse de
nuestro cielo?
Por el momento, quién sabe si conviven o luchan, pero están allí.
En la frontera del campo de batalla, una espléndida paloma despliega
sus alas. Suaves como el algodón, blancas como la nieve.
En su punto de mira, una bomba cae de un viejo aparato metálico
volador. No parece un ave, piensa ella.
El objeto redondo continúa cayendo en picado, no se detiene.
"Tenemos algo en común. Yo tampoco me rindo".
La blanca voladora decide seguirlo. Parece un objeto curioso.
Desciende y desciende… ¡Boom! - detona.
Le sigue un profundo silencio. El silencio de quien se quedó sin voz,
de quien dejó de oír.
La paloma baja hasta la frontera entre el cielo y la tierra. Vuela sin
prisa, vuela tranquila. No tiene miedo.
Abre los ojos. Los de todos los irreflexivos. Dejan las armas a un
lado, se olvidan de dañar al prójimo. Y la miran a ella. La miran atónitos,
como si fuera la cosa más bonita que existe. Sus plumas van cayendo en las
manos de aquellos que para creer, necesitan tocar.
No es una paloma mensajera. Pero tiene un mensaje que enviar. Recoge
una ramita del suelo que musita "la guerra ha terminado". La muestra
por todo el mundo, abre camino a la paz.
Gris, azul. Naranja, rosa, violeta, amarillo. Todos conviven en el
cielo, pues esconderse y luchar ya no tiene sentido.
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